sábado, 4 de mayo de 2013

SISTEMA WINNETKA

Así consigue Finlandia ser el número 1 en educación en Europa


Los niños finlandeses de hoy estarán el día de mañana entre los profesionales más preparados del mundo. No lo predice ninguna bola de cristal, lo auguran datos objetivos. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia ha acaparado los primeros puestos del podio en Europa por su excelente nivel educativo.
Apenas un 8% de los alumnos finlandeses no terminan sus estudios obligatorios (en España uno de cada tres jóvenes dejan sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria). Dispuesto a dar con la clave del éxito finlandés, el psicólogo escolar y entonces director del colegio Claret de Barcelona, Javier Melgarejo, comenzó a estudiar su sistema educativo hace más de una década. Su primera sorpresa fue constatar que a los 4 y 5 años menos de la mitad de los niños finlandeses acuden a guarderías y no empiezan el colegio hasta los 7 años. Dos años después, sus puntuaciones son mejores que el resto de los países estudiados por la OCDE.
Durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y su seguridad. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la competencia entre alumnos ni las comparaciones.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidadincluye las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar aunque si alguien lo pierde está obligado a pagárselo. La jornada escolar suele comenzar sobre las 8,30-9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el paréntesis del almuerzo a las 12-12,30 horas. En total, suman 608 horas lectivas en primaria, frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que no son excesivos. ¿Cómo consiguen mejores resultados en menos tiempo?
«El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, ludotecas, cines...)», explica Melgarejo. Los tres engranajes están ligados y funcionan de forma coordinada. «Los padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela» y complementan el esfuerzo que se hace en el colegio.
«En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana», añade el psicólogo escolar catalán, para quien este estímulo de la lectura en casa resulta fundamental. El sistema social finlandés contribuye con numerosas ayudas oficiales a las familias, que pueden conciliar su trabajo y la atención a sus hijos.
Existe una herencia cultural luterana basada en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo, a la que también acompaña unaclimatología que empuja a encerrarse en casa, pero estos factores también están presentes en otros países vecinos, como Suecia o Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin embargo figuran varios puestos por debajo en PISA. «No son las variables socioeconómicas las determinantes», subraya Melgarejo.

De maestros, los mejores

La diferencia radica en la elevada calificación académica del profesorado en Finlandia, principalmente en educación primaria. «Los finlandeses consideran que el tesoro de la nación son sus niños y los ponen en manos de los mejores profesionales del país», destaca el exdirector del colegio Claret de Barcelona.
Los mejores docentes se sitúan en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden los fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Se considera que hacia los 7 años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructurarán toda la vida. Por eso, se considera esencial seleccionar a quien ayudará en este proceso.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9sobre 10 en sus promedios de bachillerato y de reválida y se requiere además una gran dosis de sensibilidad social (se valora su participación en actividades sociales, voluntariado...). Cada universidad escoge después a sus aspirantes a profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas. «Son las pruebas más duras de todo el país», asegura Melgarejo. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y periodos de prácticas.
No es de extrañar que los profesores estén muy bien considerados socialmente en Finlandia. «Es un honor nacional ser maestro de Primaria», aseguró el pasado 25 de septiembre en Madrid Jari Lavonen, director del Departamento de Formación al Profesorado de la Universidad de Helsinki.
Harri Skog, secretario de Estado de Educación de Finlandia desde 2006, resumía en una frase la importancia de este proceso: «La educación es la llave para el desarrollo de un país». Por eso el país nórdico dedica del 11 al 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar este modelo de educación. «Es una política inteligente que les está dando fruto», considera Melgarejo, sin las presiones de Corea o Japón, otros países destacados en PISA.

http://www.abc.es/20121008/familia-educacion/abci-consigue-finlandia-numero-educacion-201210011102.html

Los niños de hoy serán los emprendedores de mañana


CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONES DEL MAESTRO DEL SIGLO XXI


El maestro del siglo XXI debe ser un maestro emprendedor, innovador y creativo, que realice su trabajo por vocación y transmita y genere confianza, un maestro que orienta, coordina, dinamiza, facilita, integra, estimula y aprende.

Estos maestros deben incorporar las TIC y liderar un nuevo tipo de enseñanza en el que los profesores y los alumnos asuman nuevos papeles activos y compartan responsabilidades. Los maestros deben liderar la adopción de las TIC en el aula en vez de simplemente intentar ponerse al nivel de los alumnos.

El maestro no será nunca reemplazado. Un ordenador no tiene emociones ni la capacidad de inspirar de un buen maestro. Pero tenemos que preguntarnos cuáles son las nuevas habilidades y competencias que los profesores y los alumnos necesitan desarrollar en el siglo XXI y si los estamos preparando para el futuro o para el pasado. El aula se ha quedado antigua en un mundo donde los estudiantes absorben la mayor parte de la información mediante las redes sociales o internet y donde el papel jerarquizado profesor-alumno ya no funciona.

De este modo podemos sacar ventaja del uso que hacen los estudiantes de canales como blogs, Facebook, Twitter o incluso mensajes móviles para diseñar un nuevo modelo educativo.
Por ejemplo: hacer que los niños memoricen en las clases de geografía es mucho menos productivo que dejarlos que se pierdan en Google Earth.

En el siglo XXI, necesitamos más que aprender o aprender a aprender. Esto funcionó en el siglo XX pero no ahora cuando el aprendizaje debe centrarse en cultivar la imaginación.

El proceso de aprendizaje debe conectar con las cosas que a los estudiantes les apasionan, un aprendizaje significativo. De este modo el maestro facilita a los alumnos el desarrollo de la comunidad de aprendizaje.
Estos maestros deben coordinar el trabajo consensuado, es decir, que los alumnos también sean partícipes de las decisiones que se toman en el aula, deben crear ambientes flexibles en las aulas, como base del aprendizaje colaborativo, deben ser los mediadores del conocimiento para propiciar el descubrimiento, deben estimular el logro de competencias y actitudes que, una vez generadas, conducirán al alumno a completar “lo que no llegó a ver en clase”.

Los niños son el futuro de este país, hay que fomentar la creatividad y las ganas de trabajar, de potenciar su talento y abrir el camino a sus sueños.
Si comenzamos a inculcar a los niños que no hay que tener miedo a fracasar, que es necesario fracasar para poder lograr tus sueños y que pase lo que pase hay que intentarlo, de este modo conseguiremos jóvenes entusiasmados con su trabajo y profesores fanatizados con sus acciones.